Yo nací en un pueblo de Andalucía, blanco de cal y de verde campiña, en los meses en que las siembras aún no encañadas se mecían y se despeinaban al compás de la brisa de la sierra próxima. Yo nací en un pueblo atravesado por un arroyo que nacía en las montañas; de aguas claras y cristalinas, con hierbas aromáticas en sus riberas donde pululaban y aleteaban pajarillos saltando entre los juncos, juncia y zarzas que lo jalonaban, para luego perderse entre valles y colinas cuajadas de olivos y siembras. Yo nací en un pueblo guarecido en forma de herradura por montes tamizados de tomillo, espliego, madreselvas, retamas, encinas y bosquecillos de quejigos y otras plantas autóctonas.
Sí, yo nací y me crié en este precioso pueblo que describo y que tiene nombre: es Torredelcampo, y que como he dicho en alguna otra ocasión, un día hace ya muchos años cansado éste de dar aceite, dio mano de obra barata que emigraba a las grandes ciudades y pueblos periféricos de las mismas. Yo fui uno de aquellos que se fueron un día, llevándose tan buenos recuerdos. Este sentimiento lo he transmitido a mis hijas desde siempre; recuerdo una vez que una de ellas me dijo sentirse muy afortunada ya que ella tenía pueblo y otras niñas de clase no.
Ahora, llegado el ocaso de mi vida laboral voy más asiduamente a él, y ya no veo aquellas aguas limpias del arroyo que sonaban al chocar contra las piedras y que daba vida a las huertas. Tan solo un hilillo desmayado y serpenteante acaricia el cemento en todo su recorrido por el pueblo. No veo el verde de aquella campiña porque el olivar la ha devorado, ni oigo la bella sinfonía que producía el arrullar de las tórtolas, mezcladas con el canto del cuco y otros pajarillos dentro del inmenso bosque de olivos; es seguro que habrán sucumbido o emigrado a otros lugares donde se puedan encontrar a salvo de tantos productos fitosanitarios. Ha cambiado el paisaje, el entorno y hasta los olores pues ya no huele a pan recién salido del horno ni a almazara. En definitiva he buscado a mi pueblo y no lo he encontrado, y yo me pregunto ¿Dónde estará aquél pueblo?
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