Por aquél entonces la radio era
nuestro “pic-up”, nuestra máquina de discos, nuestro casete, nuestros “cedes”,
o nuestro mp3, pero en definitiva aquella música que escuchábamos a través de
aquellos primitivos radios quedó grabada en cada uno de los que vivimos aquella
época. Ahora, pasado el tiempo, cuando se vuelven a oír algunas de aquellas
viejas canciones afloran sentimientos y vivencias pasados que te
hacen sentirte más
joven.
Esto es un ejemplo de cómo sonaba la radio
hace más de sesenta años:
Aquí, EAJ 61 Radio Jaén. Continuando con
nuestro programa de discos dedicados lo
hacemos dedicando la canción que de seguida sonará para Anita de Torredelcampo,
de quién ella sabe, y para Manolito asimismo de Torredelcampo, de su abuela
Antonia en su cumpleaños, para que no sea malo y se aplique en el colegio, y
etc, etc... Para todos ustedes una bonita canción que interpretan Luisa Linares
y Los Galindos: Hay quién dice de Jaén.
Y sonaba la canción en la radio, y la moza
que se llamaba Anita como otras cientos de ellas en el pueblo presumían que era
para ella la dedicatoria, ya que la rondaba “fulanico”.
Y luego, el niño que era malo seguía siendo igual de malo a pesar de los
consejos de su abuela pues ella lo que quería es oír salir su nombre de aquél
aparato de radio que le vendió José “El de los radios”, de la marca Bertrán, o
tal vez pudiera ser Invicta, o Telefunken, con los que nunca se podían coger emisoras tan
lejanas como London, Paris, Roma, Lisboa o Lille a pesar de venir insertas en
el cristal del dial.
Más tarde, ninguno de nuestros padres
entendieron como pudiese gustarnos aquella música de aquél joven del tupé
llamado Elvis que entonaba baladas como Only You, Blue Mon, o In the Ghetto. Ni aquellos
melenudos llamados Los Beatles, ni a tantos otros de los años sesenta que
cambiaron no sólo la tendencia musical existente, sino hasta nuestra manera de
vestir y hasta de pensar. Fueron unos años donde aquella juventud que ya no
creía en guerras pasadas empleó la música como su mejor arma y nos hizo
acreedores a cada uno de los jóvenes que vivimos aquella etapa de tener un trozo de la isla de Man, o
de un pedazo de acera de los Campos Elíseos en aquél mayo del sesenta y ocho.
El pic-up con discos de vinilo, con música
del Duo Dinámico, Salvatore
Adamo, Los Brincos, Los
Pekenikes, The Platers, Simon and Garfunkel, y tantos y tantos otros, de tan buenos recuerdos para mi, y que cada canción de ellos me
recuerda un escenario, una mirada, una sonrisa o el azoramiento producido
cuando quise decirle a ella, la que hoy es mi mujer tantas cosas y no me salió
palabra.
Pero no todo ha desaparecido. Moriremos
nosotros, pero la música nunca morirá, mientras quede alguien que rasguee una
guitarra y derrame notas, como éstas que ahora estoy escuchando y que no salen
del radio, sino del ordenador por el que escribo. Las ciencias adelantan.
¡Quien me lo iba a mi a decir!
¡Cierto, la música nunca morirá, siempre estará en esos momentos que serán recuerdos inolvidables dentro de nuestro corazón!
ResponderEliminar¡Bendita música, esa que a mí me hace vibrar, emocionarme y recordar... tantos momentos de mi vida!
Así es, Marina. Muchas gracias.
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