miércoles, 8 de abril de 2020

EL PANASEITE Y EL CORONAVIRUS.



Recuerdo que cuando trabajaba con mi padre en el campo, a la hora del almuerzo utilizábamos un dornillo de madera  donde  una vez machacado el ajo junto con la sal y unos tomates troceados,  era regado generosamente con aceite del que guardábamos en nuestra casa en un ánfora, y aquello tan frugal resultaba ser una delicia. Luego, cuando terminábamos, siempre quedaban en el dornillo algunos restos de caldo de los tomates y de aceite que solíamos verter en la tierra. Si en el vertido, aquello le caía a alguna mosca, hormiga, u otro insecto, mi padre decía que no tenían salvación pues el aceite tenía el poder de aniquilación para todos los bichos. 

El coronavirus ha desatado la alarma mundial. Ha paralizado a una potencia como China y tiene al mundo colapsado. Siguen  al día de hoy suspendiéndose por su causa como medida preventiva eventos internacionales tanto comerciales como deportivos. A pesar de  muchos controles ya está extendido por todo el planeta y la tasa de contagio aumenta cada día dado que  no se ha encontrado la vacuna que neutralice en los humanos este virus que al parecer se muestra más virulento con las personas mayores. ¡Atentos pues los de mi generación!

Pero tranquilos. Mi padre murió con cien años, y durante toda su vida fue una gran degustador de nuestro aceite de oliva, tanto que regaba el pan de las tostadas una y otra vez pinchándolo con un tenedor para empaparlo con esa rica esencia. Su teoría era que al igual que el aceite mata a los insectos, todos los bichos del organismo morían con el aceite.

El aceite de oliva según los entendidos previene las enfermedades cardiovasculares, fortalece el sistema inmunológico, protege el cerebro del deterioro cognitivo, mantiene los huesos fuertes, retrasa el envejecimiento, favorece la digestión, ayuda a bajar de peso, tiene efecto laxante, alivia el dolor de articulaciones, tiene propiedades anticancerígenas, combate la diabetes, contiene vitaminas, A, D, E, y K, protege el hígado, hidrata y nutre la piel y el cabello, y paro de contar.

Sigamos pues consumiendo la mayor riqueza que produce nuestra tierra en nuestros fritos y ensaladas, en nuestras comidas y en nuestro plato más rico y conocido en nuestro pueblo, me refiero a su excelencia: el Panaseite, (con mayúscula) y continuemos protegiendo nuestro organismo con tantas virtudes como las que he descrito. ¿Os imagináis si el antídoto para el coronavirus fuese el consumir aceite de oliva? Estoy por apostar que Trump quitaría de inmediato los aranceles, y ejercería todo su poder y toda su trompetería diplomática para venir a nuestro pueblo  a comer Panaseite,  pero si esto sucediera, a mí, que ostento con orgullo el título de embajador local que no me llame para limar asperezas.

Queridos amigos/as, tal y cómo está el patio quiero mandaros un mensaje de tranquilidad y para ello qué mejor que invitaros a un Panaseite con unas habillas tiernas y un poco de bacalao como el que aparece en la foto, o a nuestra vieja usanza, hoyo en el pan y a mojar. Esta será la mejor medicina para contrarrestar el coronavirus. ¡Os apetece!

Aún en circunstancias como las actuales, debemos encontrar un motivo para fomentar el producto donde se sustenta la economía de nuestro pueblo. Yo lo hago con estas líneas. Ojalá que aquellos que comemos Panaseite estemos inmunes del coronavirus.

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