Hoy Santa Ana no ha bajado a su ermita. Hoy se ha quedado en
el Cielo. Vestida de luto está, lo dice su manto negro. De luto está la ermita,
de luto se ha vestido el cerro. Hasta la
campana si tañe, lo hará tocando a muerto. Una moribunda rebanada de luna en la
noche, sirve como sudario al cielo. Se
masca el dolor en las calles, en las calles de mi pueblo. Ha muerto un buen
hombre, ha muerto un hombre bueno. Manuel Galán se llamaba, el que ahora golpea las puertas del Cielo. Y
Santa Ana le sale al paso a este buen torrecampeño, y exclama con voz rotunda,
con voz rotunda a San Pedro, las palabras que siempre emplea cuando muere un
torrecampeño: Déjale pasar San Pedro, que por su acento lo he conocido, que
viene de Torredelcampo y tiene favor concedido. Y la Niña que está llorando, le
dice al de las llaves, al de las llaves del Cielo: Éste es el que cuidaba de
nosotras, allí en la ermita, allí en el cerro. El que nos ponía la mesa con bordados
manteles blancos, con mucho amor, con mucho mimo, con mucho esmero. Mesa ungida
con el mejor de los perfumes, con el perfume de Dios, que no es otro que el incienso.
Adiós amigo Manolo, desde la distancia te mando un abrazo,
como aquellos que nos dábamos cuando nos veíamos en el pueblo. No sé cuánto
medirá desde donde me encuentro hasta el Cielo, pero me he encomendado a Santa
Ana y sé que Ella te lo hará llegar pues siempre cumple mis ruegos.
Hoy, Santa Ana no ha bajado a su ermita. Hoy, se ha quedado
en el Cielo.
Habrá otras romerías, pero aunque nadie los vea, los cetros
lucirán crespones negros en recuerdo de Manuel Galán Sabalete, estoy seguro de
ello.
Comparto el dolor de una familia, y comparto el dolor que hoy
sufre mi pueblo.
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