martes, 12 de agosto de 2025

EVOCACIONES.

Vieja plaza la de mi pueblo, de desgastadas baldosas. ¿Dónde estarán?, aquellas que dejaron de contar mis pasos en tardes de amorosas primaveras. Quiero volver pasados los años para llenar los surcos de sus grietas de cáscaras de pipas junto con la colilla de aquél primer cigarro que nunca debí ponerme en mis labios.

Vieja estación, hoy agonizante, que parece invitar a veteranos y caducos viajeros a sacar billete para su último viaje. Dicen que la ventanilla estará abierta cuando se oiga el pitido del tren en noches de temporales y lunas enlutadas.
Viejas campanas cuyos sonidos a pesar de los años no envejecen, ellas mientras lloran con un tañer muy lento, le van contando al viento la historia de aquél niño que fuiste un día y que hoy lo llevan muerto.
Viejo Camino Viejo, hoy poblado de cipreses acuchillando el cielo. Pobres cipreses castigados desde siempre a no conocer trigales en mayo, ni amapolas, ni rebaños camino de los pastos, ni aquél puente de palo que cruzaba el arroyo y que hasta él llegaba el olor de los mastranzos.
Vieja feria aquella que aumentaba el padrón. Pobres conejos sacrificados para agasajar a emigrantes retornados por unos días. El pueblo hervía de tanta gente. Alegría desbordante en noches de animadora y ponche de melocotón.
Viejas animadoras que nunca han envejecido en mis recuerdos. La plaza a rebosar, olés unísonos, y !oooh! de asombro, cuando la artista enseñaba a los acordes del pasodoble aquello tan esperado por el mocerío. Tragos de agua para apaciguar los ánimos, “a gorda la barrigá”. Que vuelva la animadora. Éxito asegurado.
Vieja maleta aquella que me hizo el carpintero el día que me fui del pueblo, con remaches de metal y barniz de ataúd nuevo. Aún conservo esa maleta con cicatrices del tiempo, que nunca quise yo abrir porque no había nada dentro, solo suspiros de un joven que ahora ya se ha hecho viejo, por eso cuando yo me muera quiero vivir en mi pueblo.
Viejo pueblo mío acunado por montañas y arropado por olivares, cuántos recuerdos guardarás bajo las viejas veredas hoy tus calles.
Vieja y muy antigua la fe que renovamos a la Abuela de Dios cada 26 de julio. Templo a rebosar. En el aire se mecían plegarias y la palabra de Dios era escuchada por los fieles en completo silencio tratando cada uno de meditarla en su interior. "El rencor mata, el perdón sana" Esto dijo en la homilía el P. Joel. Emocionante el cántico de su himno ayudado por un coro romero. Siglos de fe a Nuestra Patrona Santa Ana y su Virgen Niña. Que así perdure, por los siglos de los siglos.

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