Mi humilde contribución al 37 Otoño Sociocultural para Mayores, 2022
Torredelcampo, años 50
Aquél pueblo de tapias
y corrales, de viejos tejados curvados, de calles que morían entre trigales
abrileños y rastrojos calcinados, de eternos temporales donde el viento aullaba
en las cámaras dibujando sombras bamboleantes en sus muros y atrojes, y donde por la noche, el ruido de alguna teja
al estrellarse contra el suelo de la calle hacía espantar a los gatos y
despertar a los niños lactantes.
Aquél pueblo de calles intransitables,
de barrizales traqueteados por el paso de las bestias donde en los hoyos de las
herraduras bebían los gorriones, los niños jugaban al “marro” y hasta la luna se peinaba en el pequeño espejo
redondo de su agua.
Aquél pueblo de ataúdes
blancos llevados en angarillas, de lutos perpetuos, de novias enclaustradas
vestidas de negro, de radios mudos, donde hasta la cal por ser blanca era
castigada cuando moría el abuelo.
Aquél pueblo de casa de
socorro de vendas, grapas, y alcohol, de despachos locales en los que se
tramitaba la beneficencia por triplicado adhiriendo a los impresos los timbres
correspondientes, y de ambulancias cuyas sirenas era el claxon del taxi que el
enfermo tenía de pagar.
Aquél pueblo de
contados festejos, donde aquellos pulidos mármoles de los veladores de las
tabernas nunca llegaron a mancharse con algo que le gustase al perro.
Aquél pueblo de ajuares
bordados en bastidores con los caros hilos multicolores de la paciencia labrados
por primorosas casamenteras mientras esperaban la carta con la licencia del
novio; todas aquellas cartas, me constan, llegaron a su destino, tan solo se
perdió aquella que aquél no escribió.
Así era mi pueblo en
los años cincuenta.
Hoy, Torredelcampo, es
un pueblo moderno, de amplias avenidas, de recoletas plazoletas con cantarinas
fuentes, con espacios para el recreo y paisajes pintorescos. Un pueblo acogedor
que gusta de celebrar de manera participativa sus incontables fiestas. Así veo
yo ahora a mi pueblo, y así vi y viví en aquél otro que relato.
Si alguien me pregunta
que con cuál de los dos pueblos descritos me quedo, diré que con este que ahora
disfrutamos, aunque traería si pudiera a aquellas gentes que habitaron en el
primero, gentes de honor y de palabra, valores pocos practicados por una buena
parte de la sociedad actual. A esas buenas gentes, algún día, alguien las verá
en el metaverso dando lecciones de nobleza y rectitud. Que no tarde eso en
llegar pues hay gente muy necesitada.
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