LA MURALLA CICLÓPEA
Cuando estoy en ese lugar noto algo muy especial difícil de describir y por
lo tanto de escribir, es algo magnético y telúrico que envuelve mí ser. Es,
como si aquél sitio desprendiese una misteriosa
energía que a veces llega a sobrecogerme, como si de las piedras milenarias de la muralla ciclópea
emergiese un poder etéreo irradiando todo el Llano de Santa Ana. Piedras las de
estos restos de muralla que siguen mirando desde siempre a la cueva del Cerro
Miguelico como queriendo rendirle pleitesía al Idolillo; a propósito, ¿dónde
estará? la también llamada Venus Prehistórica. Miran estas rocas también a las
tumbas iberas que fueron profanadas y que conocerían a sus autores, pero callaron
como piedras que son.
Extraña sensación la que percibo estando allí, sobre todo las veces que he
visitado el cerro por la noche, acompañado siempre por el respeto de mis
creencias religiosas al estar cerca de un lugar de culto como es nuestra
venerada ermita, notando en esas ocasiones que ese acatamiento por lo sagrado
se mezcla con una extraña aprehensión espiritual y contemplativa motivada a su
vez por no sé qué fenómeno o energía que creo percibir en el Llano de Santa
Ana. No, no creáis, pues no quiero confundiros ya que hasta ahora soy muy
escéptico de todo aquello que se salga de las leyes establecidas de la física y
la lógica, pero… bueno, en definitiva, que aquél lugar es muy especial, al
menos para mí, aunque hay algo que me desconcierta y por eso llego a
preguntarme, ¿no experimentarán nada aquellos que confunden este lugar con una
sala de fiestas y banquetes dejándolo todo cuando se marchan sembrado de
basura? En fin, amigos…a lo que voy.
Hace un puñado de años, estando en nuestro pueblo, fui invitado a una
velada literaria en la muralla ciclópea. Esto fue lo que yo viví aquella noche
de verano.
Prado
llano en la montaña mágica en la noche. Por entre los recovecos de las piedras
arrugadas y desgastadas de la muralla ciclópea reposan cirios que dan luz como
luciérnagas a poetas muertos. Hay fotos de ellos retorcidas en los repliegues
de las rocas milenarias, como retorcidas fueron las vidas de muchos de los
mismos.
Como
en un aquelarre pero sin fuego ni meigas, voces espontáneas prestan su voz a
esos poetas muertos, rememorando poemas de amor, de muerte y de libertad. Sobra
en la noche mágica la palabra guerra, de aquella guerra ¡Que no la nombren!
Preguntar a la muralla cuantas guerras ha vivido y no os hablará de ninguna. Ni
tampoco os hablará de destierros, ni de vencedores ni de vencidos. Abrir pues
la muralla al corazón del amigo, al mirto y la hierbabuena, como dice el
cantar.
Prado
de Santa Ana en la noche. La luna, totalmente encendida, quiere participar pintando
de amarillo pálido de muerto el olivar y los pinos que se divisan a lo lejos
¿Por qué de muerto, sí los poetas están vivos? ¿No oyes sus voces? ¡Están
hablando todos ellos!
Pero
antes de que los poetas hablaran han callado los grillos, al tiempo que el
viento mejor acunaba que mecía, música que trasladaba a los reunidos a épocas
pasadas, y les hacían redescubrir emociones ya vividas. Dulce armonía de
violines, clarinetes y guitarras en la noche de luna llena, allí, en el Llano
de Santa Ana, junto a la muralla ciclópea.
Y
aquél puñado de almas allí reunidas, prestaron su voz, y hablaron los poetas.
Uno por uno, todos los líricos invocados fueron desfilando, y se escucharon en
silencio poemas que luego mansamente eran arrastrados por el viento cayendo en
cascada por la pendiente montaña abajo, como queriendo llegar antes de morir
hasta el pueblo, porque pueblo fueron alguna vez.
Cuando
habló la voz prestada de García Lorca un jirón negro de una nubecilla casi
anoréxica vistió de luto a la luna.
Prado
llano, en la montaña mágica en la noche. Llano de Santa Ana.
Prado mortal de lunas y
sangre bajo tierra. Prado de sangre vieja (Lorca)
Hace unas noches,
Sergio Albacete, magistral saxofonista de nuestro pueblo, al que le mando un
abrazo, junto con la guitarra de
Pigmalión inundaron de música y de colorido el Llano de Santa Ana sirviendo
como fondo de su escenario la muralla ciclópea. Un bello espectáculo según me
han comentado y que aprovecho para felicitar a Sergio Albacete, a su compañero
Pigmalión y a los patrocinadores de este evento, la Diputación de Jaén y al
Ayuntamiento de nuestro pueblo por tan acertado lugar para un acto así.
Precioso marco también
para representar algún día la Pasión Viviente en Semana Santa y darle a
Torredelcampo un impulso a la popularidad. ¿Os imagináis? Yo lanzo la idea. El
escenario está ahí, y los actores esperando. En nuestro pueblo hay muchos.