sábado, 6 de febrero de 2021

¿ESTAMOS EN GUERRA?

 Escuché más de una vez a mi madre decir que su abuelo, aquél que quedara ciego en la mitad de su vida, estuvo en la Guerra de Cuba. Estoy por asegurar que los padres o los abuelos de este bisabuelo mío sufrirían lo suyo también en la Guerra de la Independencia. Mis padres y mis abuelos padecieron durante tres años las peor de las guerras, la Guerra Civil Española que tanto dolor causó. Repasando la cronología de las guerras en España, no ha habido –corríjanme si me equivoco- ninguna generación que no haya conocido una o más guerras, y es que la guerra, la peor de las desgracias, está ligada a la humanidad desde que existimos.

Alardeaba yo sobre que aquellos que nacimos al poco de terminar la guerra civil nos íbamos a escapar de contienda alguna y que solo recordaríamos las adversidades y penurias de la posguerra, pero no, el destino nos tenía reservado en los últimos años de nuestras vidas esto que estamos viviendo desde hace aproximadamente un año, y que según pronostican los entendidos, no tiene visos de desaparecer de un día para otro. Me estoy refiriendo a esta pandemia que estamos sufriendo, al coronavirus, o al covid19 como se le identificó a este enemigo invisible que habita desde el mes de marzo del pasado año entre nosotros habiendo sembrado desde entonces la muerte y el dolor en decenas de miles de hogares españoles, como asimismo en otros países y continentes. Esto que estamos viviendo es una guerra muy diferente a todas las habidas: La Guerra del Coronavirus.

En todas las guerras, los contrincantes miden sus fuerzas antes de las batallas y casi siempre antes de las confrontaciones mandan emisarios con el fin de encontrar fórmulas para lograr la paz. Este enemigo no admite diálogo alguno, y es más, si intentas acercarte a él te proporciona sin que lo notes una carga vírica que te puede conducir a la muerte, a ti, y a todo aquél que pueda haber estado después en contacto contigo, ya que se reproduce muy fácilmente, y así, de esta manera, este ejército asesino e invisible al multiplicarse, cuenta cada vez con más número de soldados cuya misión es matar.

Hoy, cuando esto escribo, la tercera ola de la pandemia alcanza cifras de contagios y de muertos muy preocupantes. El ejército invisible del maldito bicho se ha hecho más numeroso porque durante un cierto tiempo hemos bajado la guardia ya que muchos de los flancos de nuestras huestes defensivas, en vez de continuar con la lucha, se replegaron, puede que por cansancio o por querer disfrutar de una normalidad engañosa como se ha demostrado. Ahora, estamos sufriendo este tremendo error.

¿Estamos en guerra? Así título este artículo que quiero esclarecer. En todas las guerras hay enemigos y contrincantes, en esta, el enemigo es el bicho, y los contrincantes somos todos los humanos. En todas las guerras se suelen aplicar si es necesario el estado de alarma, y el toque de queda como en estos momentos tenemos establecido. En todas las guerras hay soldados que luchan en la primera línea de fuego, en esta, en las trincheras, está todo el personal sanitario del que disponemos, al que le sigue toda una red de logística, producción y aprovisionamiento, para avituallar al mayor número de soldados que haya tenido nunca ningún ejército, y al que se les ha dado instrucciones de combatir al enemigo con el arma más eficaz con la que hasta ahora contamos, esto es, la de estar enclaustrados dentro de nuestros hogares sin llegar a poder relacionarnos nada más que lo imprescindible con aquellos que no formen parte del núcleo familiar, la mejor manera de combatir a este criminal asesino hasta que nos vacunen.

En todas las guerras siempre hay desertores y traidores. En esta no podían faltar tampoco. En esta ocasión son los negacionistas aquellos que niegan la realidad de esta pandemia, y también los que, alardeando de valientes, mezclándose en fiestas, bailes, y concentraciones, demuestran con su actitud ser unos cobardes desobedeciendo las órdenes y protocolos establecidos favoreciendo con ello al enemigo. A estos,  los llevaba yo durante días, a fregar el suelo de cualquiera de las muchas UCI saturadas de enfermos por el covid para que tomaran conciencia. 

En esta guerra no podemos defendernos con la aviación,  caballería, ni artillería, ni tampoco con nuestra armada. Ahora, somos todos soldados de infantería que dentro de nuestras casas llevando a cabo una disciplina castrense, obedeciendo las normas establecidas, la mejor arma para combatir al bicho, y saliendo al exterior solo lo justo, lograremos doblegar a esta canallesca y microscópica tropa hasta que la vacuna nos inmunice, porque, querámoslo o no, estamos en guerra.

A veces, pienso, que este bicho parece estar teledirigido. Hace poco, al mismo tiempo que se estaban poniendo las primeras vacunas en el Reino Unido, como queriendo reaccionar el bicho ante ello, llegó a mutar, siendo el poder de transmisión de esta nueva cepa mucho más diligente y expansiva en los contagios. Esta nueva rama es la que parece habita ya entre nosotros y la que está elevando la curva de contagios. Algún día, la humanidad sabrá cómo se desarrolló este virus, si fue fruto de la casualidad, o tal vez fabricado. ¿…?      

Ánimo, torrecampeños/as, solo nos queda superar este pico. A medida que avancen los niveles de vacunación podremos ir viendo el final de la luz del túnel. La primavera está también queriendo asomar, y yo con ella a nuestro pueblo.

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