domingo, 9 de septiembre de 2018

CUANDO YO NO ESTÉ.



CUANDO YO NO ESTÉ.
Rebanadas de una vida.

(Escrito una tarde plomiza y tormentosa que invitaba al recogimiento)

Cuando yo  no esté, me llevaré en un bolsillo de mi traje negro, aquél beso que nunca pude darte en aquella plaza de  taciturnos amantes.

Cuando yo no esté, no busques mi amor en una cuenta, búscalo en mis libros, en mis escritos; quédate con mis historias; al final, la protagonista siempre has sido tú.

Cuando yo no esté, quédate libre de impuestos, con  ese amor que siempre hemos compartido por la tierra que nos vio nacer.

Cuando yo no esté,  aquél olivo seguirá llorando preguntando por mi padre, dile, que  aún se acurruca, y yo con él, en las frías noches de invierno dentro de las oquedades de su tronco.

Cuando yo no esté, me iré sin regularizar aquellos salarios de hombre, detraídos por tiranos a un niño.

Cuando yo no esté, búscame en los recodos del viento, en los recodos de los caminos, pero nunca en las  fanegas de amos avarientos,  ni en las eras de celemines sin atrojes, ni en las parvas desmedidas con  el pez  al derecho. 

Cuando yo no esté, nadie jugará con aquél trompo cambiado por un palo; nadie jugará con más juguetes que no fueran herramientas.

Cuando yo  no esté, esa tarde los jazmines no quiero verlos vestidos de negro; quiero  que su olor  por una sola vez lo ocupe el del incienso.

Cuando yo me muera, me llevaré la maleta que me hizo el carpintero, con remaches de metal y barniz de ataúd nuevo.

Cuando yo me muera, quiero vivir en mi pueblo, que soñando con él siempre he vivido, aunque muerto en otro pueblo.









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