miércoles, 6 de febrero de 2019

FIELATO O ARBITRIOS.




Si preguntara  a cualquier persona de nuestro pueblo  de menos de cincuenta años sobre si conoce la palabra fielato, o si le contaron sus padres o abuelos donde estaba ubicado  en Torredelcampo, estoy por apostar que nadie daría detalles de ello. Tal vez, si a estos les digo que el fielato era conocido en nuestro pueblo por arbitrios, entonces, es posible que alguno/a, diría que algo le contó su padre o su abuelo sobre esto.

La palabra fielato, la R.A.E. lo define como: Oficina a la entrada de las poblaciones donde se pagaban los derechos de consumo.
Estos impuestos llamados arbitrios eran una tasa que había que pagar por la entrada en el pueblo de todos y cada uno de los productos destinados al consumo. En definitiva,  el fielato era una especie de aduana donde había que declarar las mercancías alimenticias que entraban en las poblaciones y a tenor del producto y de la cantidad pagar un arancel por ello.

La oficina de arbitrios en nuestro pueblo estaba ubicada en un ala colindante de lo que hoy es Centro Cultural y antes  Centro Obrero, el cual fue utilizado   durante muchos años como silo del Servicio Nacional de Trigo.

Los arbitrios eran odiados por todos y cada uno de los vecinos del pueblo, por ello la gente utilizaba su ingenio buscando subterfugios con el fin de no tener que pagar esta tasa. La más común de todas las argucias empleadas era la de entrar las mercancías a horas intempestivas. Los melones cuando se cosechaban, por poner un ejemplo, eran acarreados a primeras horas de la noche, o al alba, aunque a veces en los “portillos”  como era el nombre que se le daba a las entradas a nuestro pueblo por los caminos rurales, se solían apostar los guardas del campo que ejercían como la UCO hoy. 

Aquella oficina siniestra de arbitrios de reducidas dimensiones, esa especie de casetilla, dejó de existir después de varias décadas para dar paso al poco tiempo a otros impuestos que, en vez de ser locales pasaron a estatales, y así nació el IRPF, el IVA, y  la Declaración sobre la Renta entre otros  gravámenes, que desde que enciendes la luz de la mesita de noche cuando te levantas, ya empiezas a pagar.

Si aquellos arbitrios eran eludibles utilizando el ingenio, hoy, los poderosos se agarran al asidero de la ingeniería financiera para no pagar o tributar menos. Los hay que canalizan sus ingentes y cuantiosos ingresos a través de empresas patrimoniales, otros, tributando en el extranjero, otros haciendo trabajos sin IVA, y paro de contar,  y mientras tanto  los muchos como tú y como yo,  no podemos esconder ni una carga de melones como aquellos desgraciados de antaño.

Hoy me he impuesto hablar de impuestos pero créeme que no lo he hecho forzado ni obligado, porque  juro  que nadie me lo ha impuesto, pero ahora después de escribirlo ando receloso porque este artículo que estás leyendo pienso que pudiera llevar IVA, arbitrio u otro impuesto.
No me fio ni un pelo.


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