Si preguntara a cualquier persona de nuestro pueblo de menos de cincuenta años sobre si conoce la
palabra fielato, o si le contaron sus padres o abuelos donde estaba
ubicado en Torredelcampo, estoy por
apostar que nadie daría detalles de ello. Tal vez, si a estos les digo que el
fielato era conocido en nuestro pueblo por arbitrios, entonces, es posible que
alguno/a, diría que algo le contó su padre o su abuelo sobre esto.
La palabra fielato, la
R.A.E. lo define como: Oficina a la entrada de las poblaciones donde se pagaban
los derechos de consumo.
Estos impuestos
llamados arbitrios eran una tasa que había que pagar por la entrada en el
pueblo de todos y cada uno de los productos destinados al consumo. En
definitiva, el fielato era una especie
de aduana donde había que declarar las mercancías alimenticias que entraban en
las poblaciones y a tenor del producto y de la cantidad pagar un arancel por
ello.
La oficina de arbitrios
en nuestro pueblo estaba ubicada en un ala colindante de lo que hoy es Centro Cultural y
antes Centro Obrero, el cual fue
utilizado durante muchos años como silo del Servicio
Nacional de Trigo.
Los arbitrios eran
odiados por todos y cada uno de los vecinos del pueblo, por ello la gente
utilizaba su ingenio buscando subterfugios con el fin de no tener que pagar
esta tasa. La más común de todas las argucias empleadas era la de entrar las
mercancías a horas intempestivas. Los melones cuando se cosechaban, por poner
un ejemplo, eran acarreados a primeras horas de la noche, o al alba, aunque a
veces en los “portillos” como era el
nombre que se le daba a las entradas a nuestro pueblo por los caminos rurales,
se solían apostar los guardas del campo que ejercían como la UCO hoy.
Aquella oficina
siniestra de arbitrios de reducidas dimensiones, esa especie de casetilla, dejó
de existir después de varias décadas para dar paso al poco tiempo a otros
impuestos que, en vez de ser locales pasaron a estatales, y así nació el IRPF, el
IVA, y la Declaración sobre la Renta
entre otros gravámenes, que desde que
enciendes la luz de la mesita de noche cuando te levantas, ya empiezas a pagar.
Si aquellos arbitrios
eran eludibles utilizando el ingenio, hoy, los poderosos se agarran al asidero
de la ingeniería financiera para no pagar o tributar menos. Los hay que canalizan
sus ingentes y cuantiosos ingresos a través de empresas patrimoniales, otros, tributando
en el extranjero, otros haciendo trabajos sin IVA, y paro de contar, y mientras tanto los muchos como tú y como yo, no podemos esconder ni una carga de melones
como aquellos desgraciados de antaño.
Hoy me he impuesto
hablar de impuestos pero créeme que no lo he hecho forzado ni obligado, porque juro
que nadie me lo ha impuesto, pero ahora después de escribirlo ando receloso porque este artículo que estás
leyendo pienso que pudiera llevar IVA, arbitrio u otro impuesto.
No me fio ni un pelo.
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