Cuando me inicié en esta aventura bloguera, lo hice con un solo propósito: que mis evocaciones quedasen en la red de redes para que los torrecampeños de hoy y los que nos sucedan, pudieran a través de mis recuerdos, saber la manera de vivir en nuestro pueblo, en el periodo que duró mi niñez y mi adolescencia.
Sólo, a muy contadas personas de mi círculo que conocen mi afición por la escritura, entre ellos a un experto mecánico de las palabras, fueron a quienes les confesé esta aventura por mí emprendida al poco de iniciarme en ella. Como protagonista, quería permanecer fuera de todo protagonismo silenciando hasta donde pudiese esta mi ocurrencia inter-nauta. Una de mis hijas me reprochó mi mutismo cuando por casualidad un día descubrió mi blog. Pero debo de reconocer mi ignorancia, pues por el hecho de ser un aficionado en esto de Internet, creía que estos recuerdos colgados por mí, iban a acomodarse en uno de los rincones de la red, relegados y casi perdidos entre la maraña ingente de información puesta a disposición de los cientos de millones de navegadores en esta llamada por algunos: autopista de la información. Pero no ha sido así, ya que desde entonces son varias las miles de visitas que he recibido en este mi blog, algunas desde muy diversos y lejanos países y continentes.
Hace unos días por iniciativa de José Bueno en el Diario Jaén, periódico muy entrañable para mí, y de muy buenos recuerdos, mi nombre ha ocupado parte de una de sus páginas. Digo lo de entrañable porque en este periódico, mi abuelo suscrito a él, me ponía los deberes aritméticos en algunas de sus hojas aprovechando los espacios en blanco huérfanos de palabras. Recuerdo siendo muy pequeño, que lo primero que yo hacia era buscar la página de sucesos que era lo que más me atraía, tal vez por el morbo, para de inmediato de forma silábica leer la noticia, y cómo no, buscaba también la viñeta de Vica con el personaje de Manué. Creo que a partir de entonces mi impronta afición por la lectura se estableció en mí.
Es curioso y sorprendente, hace unos días recibí un correo de un entrañable amigo de la infancia, de los que se fueron y no regresaron, y me decía entre otras cosas que recordaba a mi abuelo y su periódico. La verdad que me llenó de alegría después de tantos años sin vernos y ahora él, también me ha sabido encontrar por este medio, por eso aprovecho para invitar a cuantos quieran a enviarme cualquier sugerencia o cualquier recuerdo por mí hasta ahora olvidado, pues eso me estimula para seguir escribiendo.
Doy las gracias por las palabras de ánimo que recibo de muchos torrecampeños, que se fueron y no volvieron, y también de los que no lo hicieron, pero mi mérito si es que lo tiene, modestia a parte, lo quiero compartir con todas las buenas gentes de mi pueblo, en él nací y allí nacieron también todas las evocaciones que escribo, por lo tanto no las hago mías sino, de Torredelcampo, mi pueblo.
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