Búscate una chica, una chica ye-yé, que tenga
mucho ritmo y que cante en inglés...
Quién de mis tiempos no llegó a escuchar hasta
la saciedad esta canción a mediados de los años sesenta. Década añorada por muchos
como yo, en la que un aire fresco de cambios llegó a generarse en aquella
sociedad de la que yo formaba parte. Época esta donde la juventud jugamos un
papel muy importante, y en la que en un corto periodo de tiempo hubo muchos
cambios sustanciales en nuestras vidas, así pasamos del radio de toda la vida,
al televisor, y los más pudientes de nuestros padres, al seiscientos, y además
ganamos un Festival de Eurovisión y hasta llegó el hombre a pisar la luna por
primera vez.
Nuestra manera de vestir también cambió, y de
esta suerte las mujeres dejaron aquellos vestidos estampados de amplios vuelos,
de cintura de avispa, que fabricaban las modistas de nuestro pueblo para la
feria, porque la minifalda y las faldas estrechas habían hecho su aparición.
En los hombres, imperaba la camisa blanca de
tergal y el traje con corbata de nudo delgado. No era de recibo los domingos ir
a pasear a la plaza sin llevar puesto esta vestimenta, o en su defecto una
americana, y menos si se iba de guateque.
¡Ay, los guateques! Aquellos guateques de pik-up
de maletilla ¿Os acordáis? Se celebraban en las casas, y siempre lo hacían
grupos de amigos y amigas pertenecientes a un círculo determinado. Guateques en
los que las madres de las muchachas también asistían en calidad de carabinas para husmear en la vida y la familia de aquél que sacó esa noche a
bailar a su hija y que la niña siguiendo los consejos de su progenitora marcó
el codo durante todo el baile en el pecho del muchacho para evitar contagio
alguno. Es verdad, algunas debían de tener callos en los codos. Pero de nada
valía cuando sonaban canciones lentas como “Ma vie”, de Alain Barriére, que
versionó el Duo Dinámico, o esta otra que después de salir al mercado estuvo
prohibida por la censura y hasta por el Vaticano, me refiero a “Je t’aime moi
non plus”, de Serge Gainsbourg, y es que oyendo esta música, las hormonas se
disparaban y las parejas se soldaban aunque fuesen por unos instantes de manera
inevitable a sus acordes.
Todo lo prohibido era lo más tentador, y esta
canción de jadeos y susurros marcó un hito. Para el que no lo sepa, la censura
que estaba para justificarse, llegó en su día a cambiar hasta el título de la
canción de Adamo “Mis Manos en tus caderas” por la que hoy conocemos como, “Mis
manos en tu cintura”, pero nadie pudo parar ese movimiento de cambio donde la
música tuvo un papel muy relevante.
Del baile “agarrao” pasamos al baile suelto ya
que llegó el twist basado en el rock and rock, y a partir de entonces las
parejas bailaban sin tocarse al ritmo de Lolita, canción del Dúo Dinámico por
poner un ejemplo.
Por tener, teníamos hasta la canción del verano.
Temas como “Juanita Banana”, de Luis Aguilé, o “Maria Isabel” de los Payos,
marcaron un hito cada verano, como también, “Tous les garcons et les filles” de
Francoise Hardy, y es que la música francesa muy melódica ella, tuvo una gran
influencia en nuestras vidas.
Fórmula V, Los Bravos, Los Brincos, Los Sirex,
y tantos otros, nacieron al compás de los ecos de las canciones de Los Beatles,
Los Rolling Stones, Elvis Presley y
muchos más a los que no hago referencia por no extenderme mucho.
Yo creo que la música marca la adolescencia de
las personas, etapa donde se define nuestro carácter y nuestros gustos y
aquella música de los años 60 nos marcó a todos los de mi generación. Quién no
se emociona, mayores y menos mayores, oyendo una canción de años atrás, canción
que nos recordará momentos algunos tristes, pero la mayoría alegres,
trasladándonos al pasado aunque solo sea por unos instantes, para rememorar situaciones vividas y recordándonos
a personas que ocuparon un lugar en nuestras vidas. El primer amor, el primer beso, aquél
enamoramiento frustrado, siempre, siempre, a todo esto, cada cual estoy seguro,
le pone una banda sonora.
Pero yo de música soy un profano, pues quién
más sabe de aquella de los años 60 es Juan Real. Hoy he invadido
su parcela, pero mi única intención no era otra que la de transportarte querido
lector/a con tu canción favorita a aquél momento inolvidable que guardas en tu
memoria. Disfrútalo.