Muchos
jóvenes de nuestro pueblo se preguntarán cómo nos informábamos en aquellos años
de posguerra de los acontecimientos o sucesos acaecidos tanto locales,
comarcales, nacionales o de fuera de nuestras fronteras sin tantas tecnologías
como ahora existen.
En
nuestro pueblo, como ya escribí en unas de mis primeras entradas en este blog,
el pregonero era el que nos informaba en las esquinas de las calles a golpe de
trompetilla empezando su discurso con el consabido: <<se hace
saber>> y nos ponía al corriente entre otras cosas por poner un ejemplo
del día que se empezaba a pagar la contribución, o de que la paga de los chiquillos se podía cobrar
en el sindicato que estaba por aquél entonces en el Camino de la Estación. La mujer
que anunciaba de casa en casa el día y la hora de la misa o víasacra de algún difunto, de alguna
manera era también portadora de información que mucha gente de nuestro pueblo
esperaba.
Dado
que la prensa en este caso el periódico Jaén,
ABC o Ya eran muy pocos por aquél entonces los que podían adquirirlos
porque su penuria económica se lo impedía, o también porque desgraciadamente su
nivel cultural no lo demandaba, así pues, la única fuente de información más
económica era la radio en aquellos hogares privilegiados donde disponían de
este aparato, que aprovecho para decir que a quienes los poseían les hacía
elevar su estatus social.
Todas
las emisoras por aquella época, las llamadas EAJ como Radio Nacional emitían
las mismas noticias, las que imponía y exigía el dueño de las mismas que era el
que mandaba. No había otras. Bueno, sí las había, pero se silenciaban, y por
eso muchos tenían que acudir a escondidas a nutrirse de otras informaciones
intentando a deshoras encontrar la
Pirenaíca , emisora clandestina que emitía fuera de nuestras
fronteras consignas contrarias al régimen establecido. Cuando esto sucedía, el
radio en el silencio de la noche producía un “roseteo” como de fritura en sartén mezclado con chirridos agudos y
estridentes que podían poner en compromiso a quienes se atrevían por el temor a
ser descubiertos.
Ahora tenemos muchas más fuentes de información, pero
todas, absolutamente todas, siguen de nuevo teniendo dueño. Estos medios
siguiendo órdenes de sus amos te dicen: que la tasa de paro ha crecido de forma
alarmante, que se auguran tiempos muy difíciles, que la Justicia actúa en muchos
casos acorde con la coyuntura política del gobierno, que han imputado a un
corrupto del otro bando, y no se cuantas cosas más.
En cambio otros informadores aparentemente para
mi mamporreros de la noticia igual que
los otros ya referidos, desdicen lo dicho apostillando que las cosas van muy
bien, que la tasa de paro es la más baja de los cuatro últimos años, que si han
subido o bajado algunos productos han sido por el precio de los carburantes,
que han imputado a no se cuantos de los otros, que la culpa la tienen los de
siempre y que no hay que hacer caso de aquellas noticias alarmantes y
catastrofistas que son divulgadas por esos medios los cuales utilizan para ello
toda su trompetería.
Pero ¿dónde está la verdad? Yo, que no tengo idea de
periodismo entiendo que la verdad para mi está en la calle, cuando tomándote un
café oyes a los de al lado comentar que esto o aquello no va bien, y sobre todo
nutriéndote y alimentándote con los comentarios de aquellos que todavía pueden
ver las cosas desde el cristal transparente de la moderación, aquellos que no
están contaminados por el vaho agradecido de una subvención o el “apesebramiento” de por vida de un puesto
de trabajo, ni han recibido nunca otras dádivas o prebendas.
Otras
veces, vemos como las informaciones dependiendo del medio, se magnifican. Así
los informativos en muchas de las cadenas de televisión abren con la noticia
que les interesa como cabecera. Igualmente la prensa del mismo signo en sus
portadas a varias columnas la ensalzan con grandes titulares rayando el
sensacionalismo a modo del británico The Sun, o el extinto diario Pueblo de
aquellos tiempos -este último que muchos supongo no han llegado a conocer-. La
prensa contraria en estos casos no falta a la verdad, pero insertan la noticia
en una página par y si es posible cerca de los obituarios.
Luego,
la manipulación de las palabras. Utilizando una anécdota que ya es un tópico
dentro del periodismo, la del Arzobispo de Canterbury en su visita a Nueva York
que a su llegada le preguntaron ¿Qué piensa vuestra Eminencia de los
prostíbulos del Este de Manhattan? El clérigo contestó con otra pregunta ¿Hay
prostíbulos en el Este de Manhattan? Al día siguiente la noticia que aparecía
en la prensa era: El Arzobispo de Canterbury a su llegada a Nueva York pregunta
¿Hay prostíbulos en el Este de Manhattan?
Pravda,
en ruso significa verdad, así se titulaba el primer rotativo de la extinta
URSS, y la verdad como asimismo la belleza y el dinero, ambas cosas, son muy difíciles de
ocultar porque al final siempre afloran, y a este medio también le llegó el día
de la verdad, porque como alguien dijo: Decir
la verdad lo puede hacer cualquier idiota, para mentir hay que tener
imaginación.
En
fin, aquél sereno de nuestro pueblo que anunciaba en las madrugadas la hora y
el estado del tiempo en las esquinas de las calles, éste, sí que siempre decía
la verdad. Claro, que aquellos eran otros tiempos.